martes, 23 de abril de 2013

HOMILIAS.


                                En AUVERGNE: amanecer después de la tormenta.


              Hace unos meses tuve la "desagradable fortuna" de asistir a un singular funeral. Singular por estar dedicado a una joven embarazada y su futuro hijo fallecidos de muerte violenta, hija política de un muy querido y excepcional amigo y cuyo hijo, esposo de la joven, es un joven hombre también excepcional.

             Desagradable por las circunstancias  pero, aunque les parezca increíble, también fui afortunado: acompañé a mi amigo y a su mujer en su sufrimiento, conocí el empaque y la valía de su hijo, y fui testigo de cómo  un buen sacerdote puede hacer tanto bien y de tal manera que te hace comprender que prácticamente son imprescindibles en una sociedad actual que los aparta y los llama, los vuelve a apartar y los vuelva a llamar, desagradecidamente, infinitas veces.

             Dadas les especiales circunstancias del funeral no era fácil enfrentarse a él; pero ese sacerdote, tantas veces denostado como casi todos ellos, estaba ahí, esperando generosamente a ser llamado para  servir a sus incondicionalmente queridos hermanos. El sacerdote hizo gala de una exquisita oratoria y realmente “todos” después del funeral éramos otros, de horrorizados pasamos a estar aliviados: todos los numerosísimos asistentes y creo que incluso la familia de la joven fallecida.

             Hablaba aquel sacerdote con tanta VERDAD que obligaba a atender una a una las palabras que encadenó sucesivamente de bella y armoniosa  manera en aquella homilía. El trance no era fácil.

              Ya comenzó la Misa saludando a todos, incluso a los no creyentes que estaban allí para acompañar a la familia: “espléndido detalle”. Luego en síntesis su homilía animó a no tomar ante semejante desgracia una postura defensiva espiritualmente, sino todo lo contrario, bajar a las murallas, a primera línea de nuestra personal batalla espiritual, avanzando en auténticos valores humanos.

             ¡Qué homilía¡ Antológica. De las que realmente ayudan a entender por qué el colectivo católico que forma Iglesia actual es el mejor regalo Divino que tenemos y que está ahí durante toda nuestra vida esperando nuestra llamada.

             Efectivamente, en la Viña del Señor hay de todo, tanto en la Iglesia como en la Sociedad; yo creo que en iguales proporciones; cuando  un sacerdote, por ende  una persona, es buena “en el buen sentido de la palabra buena”: ¿cuánta Paz nos contagia? Esa Paz de la que debe estar dotada la Felicidad del “Sueño eterno”.         

             Gracias a usted, padre, ahora comprendo dulcemente que hay dentro de los sacerdotes, mejores y peores oradores, mejores y peores personas, mejores y peores homilías. Pero tenga por seguro que una homilía tan valiente, sentida y buena como la suya del otro día me dejó un surco de arado en el alma difícil de gradar, y siempre que en el futuro vaya a un funeral me acordaré de ella y de usted.

            A Cristo ya siempre lo tengo presente y  creo que nuestra Iglesia se debe refundar sobre los sólidos cimientos que Él nos aportó (para mi fundamentalmente en El Evangelio según San Juan) para seguir siendo en esencia la misma pero renovada y actualizada; cosa que va haciendo mucha falta.

             Pero ante todo, por favor, sigan estando ahí…

             Lamentablemente me di cuenta de esto, como dice el poeta, “SÓLO CON EL TIEMPO”.

            

             En honor de la fallecida y de su hijo, de mi amigo y esposa, de su hijo y de toda la familia de la joven, les adjunto un vídeo con la dulce Canción Baïlèro de las Canciones de Auvergne compuestas por Joseph Canteloube (Francia, 1879-1957), inspirándose en canciones  tradicionales en la lengua occitana que también se habla en esa región francesa.





LETRA ORIGINAL EN OCCITANO RECOGIDA Y MUSICADA POR CANTELOUBE:

Pastre dè délai l'AIO,
Como gaïré TEM dè buon?
Dio lou baïlèro Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, baïlèro Lô.

Pastré LOU PRAT Faï harina,
Li cal gorda Toun troupel.
Dio lou baïlèro, Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, Baïlèro Lô.

Pastré couci foraï,
En obal io lou bel Riou!
Dio lou baïlèro Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, baïlèro Lô.


TRADUCCIÓN LIBRE DE UNA VERSIÓN EN INGLÉS, OBTENIDA EN INTERNET:

¿Pastor el río te impide
apacentar bien tu rebaño?
Canta Baïléro, Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, Baïlèro Lô.

Pastor, ahí los prados están en flor,
La hierba es más verde en los prados de este lado,
Canta Baïlero, Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, Baïlero Lô.

Pastor, la corriente nos divide
y tú solo no puedes cruzar el rebaño;
bajaré y te ayudaré,
Canta Baïlero, Lero,
Lero, Lero, Lero, Lero, Baïlero Lô.                         (por Mato y Catalán)





NOTA: Un querido amigo que se considera ateo y que es cultísimo, amante de la belleza, artista y capaz de AMAR (con mayúsculas) me dijo el otro día medio en broma, como se dicen estas cosas, que le gustaría que en sus futuras exequias se pusiera la anterior canción, Baïlèro, y que se sirvieran Gin-Tonics, claro que como en “ribadeu, donde cada un paga o seu”. La canción es exquisitamente bella y a mí también, después de escucharla gracias a él, me gustaría para mi funeral.









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