¿QUE ES ECONOMÍA AMBIENTAL?
Barry Field
La
economía ambiental trata el estudio de los problemas ambientales con la
perspectiva e ideas analíticas de la economía.
Se pudo haber pensado que la economía se ocupa en su mayor parte de
decisiones de negocios y de cómo obtener rendimientos en un sistema
capitalista. Este no es el caso. La economía es, más bien, el estudio de cómo
y por qué “las personas”, bien sean consumidores, firmas, organizaciones sin
ánimo de lucro o agencias gubernamentales, toman decisiones sobre el uso de
recursos valiosos. La economía se divide
en microeconomía, la cual estudia el comportamiento de los individuos o
pequeños grupos, y en macroeconomía, que se concentra en el análisis del desempeño
económico de las economías como un todo.
La economía ambiental se sitúa en los dos campos, pero sobre todo en el
de la microeconomía. Se concentra
principalmente en cómo y por qué las personas toman decisiones que tienen
consecuencias ambientales. Además, se
ocupa de estudiar las maneras como se pueden cambiar las políticas e
instituciones económicas con el propósito de equilibrar un poco más esos
impactos ambientales con los deseos humanos y las necesidades del ecosistema en
sí mismo.
Una de las primeras tareas, en
consecuencia, será la familiarización con algunos de los conceptos básicos y
con las herramientas analíticas de la microeconomía. Sin embargo, no se pretende pasar
directamente al estudio de estos principios puesto que eso indicaría que
estamos más preocupados por las herramientas que por lo que se pueda hacer con
ellas. No tenemos interés en estas ideas
por sí mismas, sino en comprender que éstas pueden proporcionar la
interpretación de por qué se degrada el ambiente natural, de cuáles son las
consecuencias y de qué se puede hacer en forma efectiva para reducir la
degradación. En consecuencia, el primer
capítulo se destinará a esbozar, en términos razonablemente sencillos, las
clases de preguntas que plantean los economistas ambientales y los tipos de
respuesta que buscan. Para esto, primero
se considera brevemente lo que entendemos por “enfoque económico”, y luego se
da una serie de ejemplos de los diversos problemas ambientales que han
trabajado los economistas. Más tarde, en
el segundo capítulo, se consideran los grandes vínculos que
existen entre economía y ambiente. Con estos elementos estaremos en condiciones de estudiar los principios
económicos que necesitamos más adelante.
EL ENFOQUE ECONÓMICO
¿Por qué las personas se comportan
de manera tal que ocasionan la destrucción del ambiente? Existen varias clases de respuestas para esta
pregunta. Una puede ser la siguiente: la
degradación ambiental surge a partir del comportamiento humano que carece de
ética o moral. Es decir, las personas
contaminan porque no tienen la solidez moral y ética para abstenerse del tipo
de comportamientos que causa la degradación ambiental. Si esto es cierto, la forma para lograr que
las personas detengan la contaminación consiste, en cierto modo, en aumentar el
nivel general de moralidad sobre lo ambiental en el seno de la sociedad. De hecho, el movimiento ambiental ha
conducido a que muchas personas se concentren en cuestionar la ética ambiental,
y hayan explorado las dimensiones morales del impacto ocasionado por los seres
humanos en el ambiente natural. Este
cuestionamiento moral, obviamente, es de fundamental interés para cualquier
sociedad civilizada. Es muy evidente que
una de las principales razones que han planteado los asuntos ambientales al
ponerse en el centro del interés social, corresponde al sentido de
responsabilidad moral que ha conducido a las personas a llevar sus inquietudes
al campo político.
No obstante, aparecen dificultades
cuando se hace depender del despertar moral, como único modelo, el combate de
la contaminación. Las personas no
necesariamente disponen de “botones” que puedan presionarse en forma
instantánea para “inducir comportamientos morales”, y los problemas ambientales
son demasiado importantes como para esperar un largo proceso de reconstrucción
moral. Tampoco un sentimiento de
atropello moral ayuda, por sí mismo, a tomar decisiones sobre todos los
objetivos sociales que también poseen dimensiones éticas: vivienda, protección
de la salud, educación, lucha contra el crimen, etc. En un mundo de objetivos que compiten entre
sí, las personas deben preocuparse por hacer preguntas muy prácticas: ¿Se está
apuntando hacia los objetivos ambientales
correctos? ¿En esta realidad se
pueden ejecutar ciertas políticas? ¿Se
está logrando un mayor impacto con el dinero invertido? Y otras similares. Sin embargo, el principal problema de
fundamentar el enfoque del control de la contaminación estrictamente sobre el
argumento moral consiste en el supuesto básico de que las personas contaminan
porque de alguna manera son subdesarrolladas moralmente. No es el subdesarrollo moral lo que conduce a la destrucción
ambiental; más bien, es la forma como se ha organizado el sistema económico
dentro del cual las personas se dan a la tarea de hacer sus vidas.
De este modo, una segunda manera
de enfocar el cuestionamiento de por qué las personas contaminan consiste en
considerar la forma como están establecidas la economía y sus instituciones, y
cómo éstas conducen a que las personas tomen decisiones que generan destrucción
ambiental. Las personas contaminan
porque ésta es la forma más económica que poseen para resolver un problema
práctico muy común. Este problema
consiste en la eliminación de los productos de desecho que quedan después de
que los consumidores han terminado de utilizar algo, o después de que las
firmas comerciales acaban de producir los bienes. Las personas toman estas decisiones sobre
producción, consumo y eliminación dentro de cierto conjunto de instituciones
económicas y sociales; estas
instituciones crean los incentivos que
conducen a las personas a tomar decisiones en una dirección y no en otra. Lo que se debe estudiar es cómo funciona este
proceso de incentivos, y especialmente cómo se reestructuraría para que las
personas sean dirigidas a tomar decisiones y desarrollen estilos de vida que
tengan implicaciones más favorables para el ambiente.
Un planteamiento simplista sobre
los tipos de incentivos, que se oye con frecuencia, se basa en que la
contaminación es un resultado del deseo de obtener utilidades. De acuerdo con este punto de vista, en las
economías de la empresa privada, como las de los países occidentales
industrializados, las personas son recompensadas por maximizar las utilidades,
es decir, por la diferencia existente entre el valor de lo que se produce y el
valor de lo que se utiliza en el proceso de producción. Más aún, según esta misma idea, las ganancias
que los empresarios tratan de maximizar son de carácter estrictamente
monetario. En esta precipitada búsqueda
de utilidades monetarias, los empresarios no tienen en cuenta los impactos
ambientales de sus acciones porque esto “no vale la pena”. Por consiguiente, en esta lucha incontrolada
por obtener utilidades monetarias, la única manera de reducir la contaminación
ambiental es debilitar la fortaleza del deseo de obtener ganancias.
No obstante, esta propuesta no es
suficiente para el análisis. No son
solamente las corporaciones “motivadas por la utilidad” las que causan la
contaminación; los consumidores individuales también son culpables cuando hacen
cosas como derramar disolvente de pintura en el alcantarillado, o cuando
permiten que los motores de sus automóviles se desincronicen seriamente. Puesto que los individuos no mantienen sus
estados de pérdidas y ganancias, las ganancias por sí mismas no pueden ser el
motivo que lleve a que las personas contaminen.
Lo mismo se puede decir para las entidades estatales, las cuales algunas
veces han sido contaminadoras severas aun sin estar motivadas por la búsqueda
de utilidades económicas. Pero el
argumento más convincente contra el punto de vista de que la búsqueda de
ganancias causa contaminación se encuentra en los recientes acontecimientos
políticos de Europa Occidental y de la antigua Unión Soviética. Con el colapso de los regímenes excomunistas,
las personas se han concientizado de la enorme destrucción ambiental ocurrida
en algunas de estas regiones; el aire y los recursos hídricos altamente
contaminados en muchas áreas constituyen los principales impactos contra la
salud humana y los sistemas ecológicos.
Muchos de estos problemas sobrepasan algunos de los peores casos de
contaminación ambiental sufridos por los países que tienen economías de
mercado. Pero éstos han ocurrido en un
sistema económico donde se carecía por completo del deseo de lograr utilidades
económicas. Esto significa,
sencillamente, que el interés por la utilidad económica, en sí misma no es la
principal causa de la destrucción del ambiente.
En los sectores y capítulos que siguen
se subrayará la importancia de los incentivos en el funcionamiento de un
sistema económico. Cualquier sistema
producirá impactos ambientales destructivos si los incentivos del sistema no
están estructurados para evitarlos. Se
debe mirar de manera más profunda el interior de cualquier sistema económico
para poder entender cómo funcionan estos sistemas de incentivos y cómo se
pueden cambiar para obtener una economía razonablemente progresiva sin efectos
colaterales de desastre ambiental.
INCENTIVOS: UN SENCILLO EJEMPLO EN
LA UNIDAD FAMILIAR
Un “incentivo” es algo que atrae o
rechaza a la gente, y que le hace modificar su comportamiento de alguna
manera. Un “incentivo económico” es eso
que en el mundo económico conduce a que las personas canalicen en ciertas
direcciones sus esfuerzos de producción y consumo económicos. A menudo se cree que los incentivos
económicos consisten en pagos en términos de bienestar material; las personas
reciben un estímulo para comportarse de manera que aumente su bienestar. Sin embargo, también existen incentivos no
materiales que conducen a que las personas modifiquen su comportamiento
económico; por ejemplo, la autoestima, el deseo de conservar un agradable
ambiente visual o el de dar buen ejemplo a los demás. Para dar un simple vistazo inicial a la
importancia de cambiar incentivos para obtener mejoramientos en la calidad
ambiental, considérese el artículo del periódico expuesto en el caso 1.1. Éste se refiere a las nuevas formas de pagar
por la disposición de basuras en un municipio de Nueva Jersey. Antes del programa, los habitantes de esta
población cancelaban un cargo fijo anual por la recolección de las
basuras. Ésta es una práctica usual en
la mayor parte de las comunidades. El
problema de esta opción es que simplemente no hay incentivos para que cualquier
familia individual limite su producción de basuras, puesto que ellos pagan el
mismo cargo anual por la recolección de basuras, sin importar lo mucho o lo
poco que produzcan. Esto no
representaría un problema si hubiese suficiente espacio dedicado a los
basureros o rellenos sanitarios y si no hubiese peligro de que estos terrenos
contaminasen el ambiente circundante, como los sistemas cercanos de aguas
subterráneas. Sin embargo, para la
mayoría de las comunidades estas condiciones no se aplican, si es que alguna
vez lo hicieron. La comunidad de Nueva
Jersey mencionada en el artículo pagaba un precio alto por transportar su
basura sólida fuera del municipio, y se enfrentó a la pregunta de cómo obtener
una reducción significativa de la cantidad de basura sólida que producía.
La respuesta en este caso
consistió en introducir un sistema que suministrara a las personas un incentivo
para que buscaran formas de reducir la cantidad de basura sólida que ellos
producían. Esto se logró al cobrar una
suma por cada bolsa de basura que las personas sacaran a las puertas de sus
casas. También se agregó un pequeño
cargo mensual. Todo eso hizo que las
familias tuvieran un incentivo para reducir la cantidad de bolsas de basura que
producían. Podían hacerlo mediante el
reciclaje, comprando productos que generaran menos desperdicios o colocando los
restos de comida en una abonera de compostaje.
De acuerdo con el artículo, esto llevó
a un fuerte incremento en la cantidad de basura reciclada. Probablemente también supuso una reducción en
la cantidad total de basura, aunque el texto no entra en detalles. En este artículo se nombran, igualmente,
muchas otras comunidades de todo el país que han adoptado este sistema. Por supuesto, ningún sistema es
perfecto. Los incrementos en los
basureros ilegales y las dificultades en cuanto a la aplicación del plan en los
edificios de apartamentos han traído problemas.
Sin embargo, el nuevo enfoque ilustra en forma muy clara los efectos de
pasar de un sistema en el cual no había incentivos para que las personas
redujeran las basuras sólidas, a un sistema en el que sí existen tales
incentivos.
INCENTIVOS: UN EJEMPLO DE NEGOCIOS
Los incentivos también son muy
importantes en la reducción de la contaminación industrial. Todas las firmas industriales trabajan dentro
de un conjunto determinado de incentivos: incrementar los beneficios si son
empresas que se encuentran en las economías de mercado, satisfacer el plan de
producción anual si son empresas socialistas.
Las empresas sienten el estímulo de aprovechar cualquier factor que esté
disponible con el fin de mejorar su productividad. Una manera con la cual han hecho esto
históricamente ha consistido en utilizar los recursos ambientales para eliminar
las basuras. La motivación principal
para hacer esto es que tales recursos normalmente son gratis, y cuando se
utilizan los insumos gratis, tanto como es posible, una empresa obviamente
puede incrementar sus beneficios o lograr mejor sus objetivos de producción. Esta situación es la que ha contribuido a
generar los niveles excesivos de contaminación que hay en la actualidad.
Una posible acción política consiste en aprobar y ejecutar leyes que
hagan ilegal la contaminación. Una
técnica que resulta más efectiva con frecuencia, consiste en diseñar un sistema
que saque ventaja de los incentivos monetarios normales de las compañías de tal
manera que las conduzca a contaminar menos.
El caso 1.2, tomado de un artículo periodístico, ilustra una situación
en la cual el Estado de Louisiana busca suministrar a las empresas un incentivo
financiero directo con el fin de reducir su comportamiento contaminante. Consiste en relacionar los impuestos sobre la
propiedad de una empresa con su desempeño ambiental. Específicamente, cada empresa se clasifica en
una escala “... según el número de violaciones ambientales que haya efectuado,
la cantidad de químicos que libere en el ambiente y otros factores”. Cuanto peor sea la clasificación en la escala
de la empresa, menor será su exención de impuestos sobre la propiedad y, en
consecuencia, mayor será su liquidación de impuestos. Con este sistema las empresas,
presumiblemente, tendrían un incentivo directo para hacer cualquier cosa con el
fin de mejorar sus clasificaciones ambientales, por supuesto, siempre y cuando
el ahorro en impuestos sea suficientemente grande como para ser atractivo.
Hay muchas preguntas sobre cómo
podría funcionar el sistema, especialmente qué deben hacer las empresas para
evitar las citaciones ambientales, qué tanto refleja el puntaje de
clasificación las emisiones reales de sustancias, y otros interrogantes
parecidos. Sin embargo, la cuestión
fundamental es que las autoridades han reconocido aparentemente la importancia
de cambiar los sistemas de incentivos de las empresas contaminadoras con el fin
de motivarlas para que busquen formas de reducir sus emisiones
contaminantes. En los últimos años se ha
hecho mayor énfasis en cuanto a la incorporación de proyectos sobre incentivos
económicos en las políticas ambientales a nivel federal y local. La esencia de esta propuesta consiste en
reestructurar los incentivos que enfrentan las empresas y los consumidores de
tal manera que éstos movilicen sus propias energías e ingenio para hallar
formas de reducir sus impactos en el ambiente.
INCENTIVOS A LA
INDUSTRIA DEL CONTROL A LA CONTAMINACIÓN
Otro punto decisivo en el cual los
incentivos son vitales, y donde la economía ambiental representa un importante
papel analítico, se encuentra en el crecimiento y desempeño de la industria del
control a la contaminación. Ésta es la
industria que desarrolla técnicas de reciclaje de basuras, nuevos equipos para
el control de la contaminación y nuevas tecnologías para su monitoreo. Esta industria algunas veces manipula y trata
desechos de fabricación y a menudo se dedica a la administración de los lugares
donde se depositan las basuras. También
incluye empresas que desarrollan nuevos productos favorables para el ambiente,
como los detergentes bajos en fosfatos y productos reciclables de papel. Obviamente, se necesita una industria
dinámica y progresiva para el control de la contaminación si se desea llegar a
dominar efectivamente todos los problemas actuales y futuros del ambiente. En consecuencia, uno de los principales
asuntos que deben estudiar los economistas ambientales es el de los incentivos
que se ofrecen a esta industria: qué ocasiona que se desarrolle o decline, qué
tan rápida o lentamente responde a las nuevas necesidades, etc.
Un buen ejemplo de esto aparece
ilustrado en el artículo del caso 1.3.
Éste analiza las oportunidades para que las empresas estadounidenses
suministren equipo y técnicas operatorias para el control de la contaminación
en puntos de Europa que están experimentando los efectos de nuevas regulaciones
ambientales instituidas por la Comunidad Europea (CE). La razón por la cual estas compañías se
encuentran en disposición de hacer esto se debe al clima más exigente en cuanto
a política ambiental en EEUU, que ha generado mayores incentivos para que la
industria y el control a la contaminación haga innovaciones y desarrolle
mejores formas de manipulación de residuos.
Este efecto del incentivo a las leyes ambientales se descuida a menudo,
aunque es un aspecto sumamente importante del esfuerzo a largo plazo para
reducir los impactos ambientales de las economías modernas. A lo largo de este libro se hablará de este
particular incentivo.
EL DISEÑO DE POLÍTICAS AMBIENTALES
La economía ambiental tiene que desempeñar un papel importante en el
diseño de políticas públicas para el mejoramiento de la calidad ambiental. Existe un enorme rango y variedad de
programas y políticos de carácter público dedicado a los asuntos ambientales,
en todos los niveles de gobierno: locales, estatales, nacionales, federales e internacionales. Éstos varían enormemente en su eficiencia y
efectividad. Algunos han sido
apropiadamente diseñados y no se duda de sus impactos benéficos. Otros, quizá la mayoría, no estén bien
diseñados. Al no ser efectivos en
costos, acaban por ocasionar gastos enormes de dinero y por tener impactos
mucho menores en la calidad ambiental, de lo que podrían generar con un mejor
diseño.
Al problema de diseñar políticas
ambientales eficientes no se le suele dar la importancia que merece. Es fácil caer en la trampa de creer que cualquiera
de los programas o políticas que se generen de los desordenados procesos
políticos ambientales represente alguna ayuda, o que éstos, seguramente, serán
mejor que nada. Pero la historia está
llena de casos en los cuales los diseñadores de políticas y los administradores
públicos han concebido políticas que no funcionan; la gente cree con frecuencia
que una política sería efectiva aun cuando cualquier análisis razonable pueda
predecir lo contrario. De todo esto se
deduce que es sumamente importante estudiar la manera de diseñar políticas
ambientales que sean efectivas y eficientes.
La
Environmental Protection Agency, EPA, (Agencia de Protección Ambiental), calculó que en 1990 EEUU
dedicó casi el 2% del costo total de los bienes y servicios del país al control
de la contaminación y la limpieza ambiental.
Ellos esperan que este porcentaje se incremente hasta un 2.8% a finales
de los años noventa. Esto, representa
sumas muy grandes de dinero, aunque el porcentaje probablemente, debería ser
mayor. Sin embargo, es importante no
fijarse exclusivamente en el porcentaje, ya sea alto o bajo comparado con otros
países. De igual o mayor importancia es
que se obtenga el máximo mejoramiento posible de la calidad a partir del dinero
invertido. Aquí vale la pena citar a
Reilly, director de la EPA,
quien afirma: “... con este nivel de gastos, existe una obligación muy grande
de hacerlo bien. Por “hacerlo bien” él
quiere decir tener programas que obtengan el máximo mejoramiento, en la calidad
ambiental de acuerdo con los recursos gastados.
Todo el mundo tiene su propio interés: los ambientalistas, por obvias
razones; los reguladores públicos, porque ellos proponen un suministro limitado
de recursos del contribuyente y una tolerancia del consumidor, y los mismos contaminadores
regulados, puesto que los temas relacionados con la eficiencia son decisivos
para el éxito de los negocios.
Para entender lo que implica
“hacerlo bien”, considérese la reciente ley Clean Air Act (1990). Esta ley contiene cientos de disposiciones
que se concentran fundamentalmente en tres problemas relacionados con la
contaminación del aire: humo (smog) urbano, emisiones de dióxido de sulfuro
provenientes de las plantas de energía y efluentes de químicos tóxicos. La ley incluye todos los tipos de factores:
estándares de tubos de escape y chimeneas, nueva tecnología para inyectores de
gasolina, producción de una variedad de automóviles poco contaminantes, nuevos
estándares para las emisiones tóxicas, el intercambio comercial de emisiones
entre las plantas de energía del sur y de los Estados centrales, y otros
factores. Además, la ley regula en forma
detallada; por ejemplo, que los automóviles pertenecientes a una flota (taxis y
similares) cumplan con estándares más estrictos para los tubos de escape a
partir de 1998, ¡sin embargo, exonera a aquellos automóviles de flotas que se
estacionan en lugares privados en las horas de la noche! Tras una lectura somera, parece una ley
seria, que puede tener un impacto general en un rango amplio de problemas sobre
la calidad del aire. Pero, ¿cómo se
puede asegurar razonablemente, que esta gran colección de fracciones y pedazos
representa una forma efectiva en costos de atacar estos problemas? ¿Cómo se puede asegurar que se cuenta con la
combinación ideal de técnicas y que no se tiene tan sólo un abanico desordenado
de artículos introducidos por grupos interesados en este asunto?
En consecuencia, una de las
funciones fundamentales de los economistas ambientales consiste en evadir la
parafernalia política y mirar cuidadosamente los impactos de los diferentes
enfoques de política económica.
Necesitamos saber si estas políticas son efectivas en costos, es decir,
si obtienen la máxima reducción posible de la contaminación de acuerdo con el
dinero invertido, y si son eficientes en el sentido de equilibrar
apropiadamente los beneficios y los costos de mejoramientos ambientales. Por tanto, el diseño y análisis de políticas
se constituye en una parte fundamental para la economía ambiental, tema que se
abordará con detalle en este libro.
INTERROGANTES MACROECONÓMICOS: AMBIENTE Y CRECIMIENTO
Los asuntos sobre los incentivos
analizados anteriormente representan problemas microeconómicos; éstos tienen
que ver con el comportamiento de los individuos o pequeños grupos de
consumidores, firmas contaminadoras y compañías que forman parte de la
industria del control de la contaminación.
La macroeconomía, por otra parte, se refiere a la estructura y desempeño
económicos de un país completo tomado como una unidad. Cuando estudiamos
temas como el cambio del producto interno bruto (PIB), las tasas de inflación y
la tasa de desempleo, nos estamos refiriendo específicamente al estudio del
desempeño del país como una totalidad; es decir, se está haciendo un análisis
macroeconómico.
Existen varias preguntas
importantes sobre la relación que existe entre los asuntos ambientales y el
comportamiento de la macroeconomía. Una
corresponde a la relación entre las medidas de control a la contaminación y la
tasa de crecimiento económico y de desempleo: ¿Tenderán políticas más estrictas
a retrasar el crecimiento e incrementar el desempleo y, si es así, cuánto? ¿Qué impacto tendrán las regulaciones
ambientales, en caso de que las haya, sobre la tasa de inflación? Existe un lado opuesto a estos interrogantes
macroeconómicos. Éste es el tema del
artículo expuesto en el caso 1.4: los impactos del crecimiento económico en la
calidad ambiental. ¿Mayores tasas de
crecimiento, es decir, incrementos
en nuestras mediciones tradicionales como el PIB, implican mayor degradación ambiental, o lo contrario podría
ser cierto? El artículo cita el trabajo
de dos economistas ambientales que estudiaron la relación entre crecimiento y
ambiente. Su conclusión es que cierta
“...contaminación se incrementa durante las primeras etapas de desarrollo de un
país y luego comienza a disminuir a medida que los países obtienen recursos
adecuados para abordar los problemas de contaminación”. Esto sucede puesto que cuando se tienen bajos
ingresos las personas tienden a valorar el desarrollo por encima de la calidad
ambiental, pero a medida que obtienen más bienestar dedican más recursos al
mejoramiento de la calidad ambiental.
Claramente, este tema es de gran importancia para los países en
desarrollo, tal como lo estudiaremos en el capitulo 19. En los países desarrollados, los problemas
macroeconómicos (crecimiento, recesión, inflación, desempleo) también son temas
constantes de interés nacional. De tal
modo que es importante estudiar las relaciones existentes entre estos fenómenos
y los interrogantes sobre la calidad ambiental.
ANÁLISIS COSTO EFECTIVIDAD
En la
economía ambiental es común contar con diversos tipos de análisis
ambiental. Uno de estos análisis se
denomina “costo-efectividad”. Éste es
simplemente un análisis en el cual se observa la manera más económica de lograr
un objetivo determinado de calidad ambiental o, expresándolo en términos
equivalentes, de lograr el máximo mejoramiento de cierto objetivo ambiental
para un gasto determinado de recursos.
El caso
1.5 muestra un artículo periodístico que se concentra en este concepto de
costo-efectividad: en este caso es de alternativas técnicas para reducir el
consumo de energía. El objetivo global
consiste en reducir la producción de dióxido de carbono, el principal gas
responsable del “efecto invernadero”. Lo
que se plantea es el costo de diversas opciones técnicas -estándares de
eficiencia de luces, motores eléctricos, edificios de oficinas, incentivos para
energía renovable, etc.- y su efectividad en términos de reducción de la
producción de C02. Los
estudios de este tipo exigen una cercana coordinación de análisis científicos y
de ingeniería para determinar parámetros técnicos realistas, y análisis
económicos para establecer los valores asociados con estos parámetros.
ANÁLISIS COSTO-BENEFICIO
En el
análisis costo-beneficio, los economistas se interesan sólo de los costos para
alcanzar determinada meta ambiental. En
el análisis costo-beneficio, tanto los costos como los beneficios de una
política o programa se miden y se expresan en términos comparables.
El análisis costo-beneficio es la principal herramienta analítica
utilizada por los economistas para evaluar las decisiones ambientales. Ésta se utilizó por primera vez en EEUU a
comienzos del siglo XX para evaluar los proyectos de desarrollo hídrico del
U.S. Army Corps of Engineers. En la
actualidad este análisis se utiliza en todo el sector público. Algunas veces sirve como guía para la
selección de políticas eficaces, otras veces hace uso de él alguna institución
para justificar qué desea hacer, en otras ocasiones se utiliza para proponer o
detener nuevas reglamentaciones, o restar efecto a las antiguas. Este enfoque es tan importante y tan
utilizado que se abordará en diversos capítulos de este libro (capítulos 6, 7 y
8). En este tipo de análisis, como su
nombre indica, los beneficios de la acción propuesta se calculan y comparan con
los costos totales que asumiría la sociedad si se llevara a cabo dicha acción. Si es una propuesta para un parque público,
por ejemplo, los beneficios recreativos que suministra el parque se comparan
con los costos esperados de su construcción y el valor de emplear la tierra
para este fin y no para otro. O, por
ejemplo, una propuesta de construcción de un incinerador de basuras sólidas
compararía los costos de construcción y operación del mismo, incluyendo los
costos de eliminación de las cenizas y los costos de las posibles emanaciones
traídas por el aire, con los beneficios que reportaría, como la reducción del
uso de terrenos de relleno para los desperdicios sólidos.
El
enfoque costo-beneficio supone que se debe considerar tanto los beneficios como
los costos de los programas y políticas ambientales. Esto, a menudo, coloca a los estudios de
costo-beneficio en el centro de las controversias políticas sobre muchos
asuntos ambientales. En los
enfrentamientos políticos que caracterizan muchos de los problemas ambientales
suelen constituirse grupos de personas cuyo mayor interés se concentra en los
beneficios, así como grupos que principalmente se interesan por los
costos. Los grupos ambientales se
inclinan, normalmente, por los beneficios; los grupos de negocios se
concentran, usualmente, en los costos.
Obsérvese la historia extractada del caso 1.6. Ésta analiza algunos de los recientes
esfuerzos por calcular los beneficios y costos de la reducción de las emisiones
de CO2, enfocados hacia la prevención del “efecto invernadero”. Allí se describen cuántos grupos ambientales,
históricamente un poco dudosos de la utilidad del análisis costo-beneficio,
ahora aceptan este enfoque, al comprender que análisis más cuidadosos de
programas ambientales pueden representar una mejor forma de defenderlos en
lugar de citar cualquier tipo de
análisis. La aceptación final a largo
plazo de programas para proteger el ambiente depende de que las personas
comprendan que sus costos merecen la
pena. El enfoque de costo-beneficio, del
tipo de mediación (trade-off) es la
mejor manera de llevar a cabo esto.
ASUNTOS INTERNACIONALES
No
todos los problemas ambientales están relacionados con la contaminación, y no
todos se encuentran dentro de países individuales. En los últimos años, los asuntos
internacionales se han hecho cada vez más importantes. El artículo que aparece en el caso 1.7 aborda
específicamente el importante interrogante a nivel mundial sobre la diversidad
de especies. Debido a los desequilibrios
en los hábitat, como los programas de vivienda en los países industrializados y
la deforestación en muchas economías en desarrollo, la tasa de extinción de las
especies de plantas y animales se ha incrementado enormemente por encima de su
nivel natural. En el artículo se
comentan algunas de las estrategias propuestas en la Cumbre de la Tierra de 1992, e indica
algunos de los asuntos económicos relacionados.
Estos asuntos incluyen el cuestionamiento acerca de las formas más
efectivas en costos para reducir la tasa de extinción de especies, la pregunta
sobre si los derechos de propiedad nacional deberían ejercerse sobre las
especies, el problema de la trasferencia internacional de tecnología y el muy
espinoso problema de la manera como los costos para la preservación de la
biodiversidad se deberían dividir entre los piases ricos y pobres.
ECONOMÍA Y POLÍTICA
Finalmente,
es necesario analizar de forma abreviada el interrogante sobre cómo lograr una
política ambiental efectiva en un ámbito de políticas altamente
politizado. Las políticas ambientales no
sólo afectan al entorno natural, también afectan a las personas. Esto significa que las decisiones políticas
sobre el ambiente son el resultado de un proceso político, un proceso en el
cual, al menos en los sistemas democráticos, las personas y los grupos se unen
y pugnan por la influencia y el control, donde hay intereses en conflicto, cambios
de coaliciones e intromisiones de tendencias.
Las políticas que provienen de un proceso como éste pueden tener poca
relación con lo que se podría considerar como enfoques económicamente
eficientes para los problemas particulares del ambiente. Muchas personas se han cuestionado incluso la
misma idea de que un proceso político democrático pueda o deba luchar para
producir políticas que sean eficientes en cierto sentido económico y técnico.
Y
entonces, ¿dónde queda el economista ambiental?
¿Para qué invertir tanto tiempo y energía en cuestionamientos de
eficiencia y efectividad en los costos, cuando lo más probable es que el
proceso político haga caso omiso de estas consideraciones y siga su propio
camino? ¿Para qué preocuparse por
incentivos económicos y eficiencia económica cuando "todo está
politizado”, como se dice comúnmente? La
respuesta es que aunque se sabe que el mundo real es de compromiso y poder, la
mejor forma para que los científicos y economistas sirvan al proceso consiste
en producir estudios que sean tan claros y objetivos como sea posible. El trabajo del político consiste en
comprometerse o buscar ventaja; la función del científico consiste en
suministrar la mejor información que pueda.
Para los economistas, en efecto, esto significa estudios en los cuales
la eficiencia económica representa un papel fundamental. Y mucho más que eso. Puesto que el tema prioritario del proceso de
formulación de políticas es el de “quién obtiene qué”, los economistas
ambientales también deben abordar el interrogante de la distribución, de qué
manera los problemas y las políticas ambientales afectan diferentes grupos
dentro de la sociedad. También entra en
el escenario el papel de los científicos y economistas que suministran
información a los diseñadores de políticas sobre caminos alternativas de
acción. Aunque nos concentraremos más
adelante en los capítulos que parecen ser “las” políticas más eficaces o “los”
caminos de acción mininos en costos, es necesario reconocer que en el
"toma y dame" del mundo político en el cual se construyen las
políticas la selección entre alternativas siempre se encuentra en el orden del
día.
Sin
embargo, los economistas actuales no tienen derecho a lamentar su destino en
los procesos de políticas ambientales.
Si hay algo evidente es la creciente influencia de los economistas. Los procedimientos y los resultados del
análisis de costo-beneficio se han aceptado con mayor amplitud en las arenas de
las políticas públicas y en los tribunales que atienden los casos ambientales. Las nuevas iniciativas para el control de la
contaminación, que incorporan principios de incentivos económicos, han sido
adoptadas tanto en los niveles federales como en los estatales de EEUU. Ésta es la mayor justificación para estudiar
y comprender los fundamentos económicos de los análisis y de las políticas
ambientales.
RESUMEN
El
propósito de este corto capítulo consistió en
estimular el apetito por el tema de la economía ambiental mediante la
identificación de algunos de los temas principales que comprende este campo y
la breve descripción del enfoque que
los economistas adoptan en su estudio.
Este capítulo también sirve para darle al lector algo para
recordar. Cuando nos involucramos en
algunos de los asuntos conceptuales y teóricos que fundamentan el tema, es
fácil perder de vista lo que se está buscando.
Aquí se intentaron desarrollar estos principios de tal manera que se
puedan utilizar en realidad para manejar problemas de un mundo real como los analizados
en el capítulo. Aunque los principios
pueden parecer abstractos y extraños al comienzo, recuérdese el objetivo:
obtener un ambiente natural más limpio, más saludable y más bello.
CASO 1.1: MUNICIPIOS ADOPTAN PAGOS DE
ACUERDO CON LA CANTIDAD DE
BASURA QUE SE ARROJE
Robrt Hanley
Chester,
N. J., 9 de julio.- Steve y Cally Frynsinger y sus cuatro hijos ya casi han
eliminado la necesidad de utilizar recipientes de basura de tamaño familiar.
Expertos en el reciclaje y
composición de abonos, los Frysinger han reducido la cantidad de basura que
sacaban a la calle para su recolección, a un contenedor de apenas 30 libras, una cantidad
minúscula para unidad familiar de seis miembros.
Por recolectar este volumen, los
Frysinger pagan US $ 1,90 mensualmente al transportador de basura del
municipio, la Waste
Management de North Jersey.
Frysinger es un arquitecto que se
declara partidario de un sistema de facturación que lentamente se está
arraigando en la región de Nueva York y en otras partes del país, y que está
revolucionando la eliminación de las basuras.
El nuevo sistema exige que los
residentes paguen un precio fijo por cada bolsa o recipiente de basura que
generen, algo parecido a como cancelan los servicios de energía eléctrica,
acueducto y teléfono a larga distancia.
En la mayor parte de los vecindarios, el sistema por bolsa o por
contenedor remplaza o reduce las tarifas fijas que los residentes pagan a los
transportadores de basura en forma directa o mediante sus impuestos sobre la
propiedad.
Los proponentes dicen que la
facturación por bolsa da un gran empuje al reciclaje, reduciendo los costos por
concepto de basuras y la creciente necesidad de tener terrenos para la
eliminación de desperdicios, así como incineradores que cuestan muchos
millones. Además, argumentan que
promueve equidad en el cambio de gastos por concepto de basuras por fuera de la
estructura de impuestos sobre la propiedad.
Ellos aseguran que no habrá pequeñas familias que, produciendo poca basura,
subsidien a grandes familias que llenan varios recipientes en una semana.
Hasta el momento en que Chester
cambió el sistema en julio de 1990, cada familia pagaba por la eliminación de
basuras US $ 30 mensualmente o US $ 360 al año.
Ahora los residentes pagan a Waste Management US $ 1,90 por cada bolsa
de 30 libras
que ellos produzcan, más un cargo mensual que varía de acuerdo con una
evaluación de la vivienda y que tiene un promedio de US $ 9,50, aseguró el
señor Frysinger, quien trabaja en el Consejo del municipio. El cargo fijo cubre la recolección semanal de
basuras y el reciclaje de los materiales.
Un residente, con el cargo promedio
por concepto de recolección y una bolsa semanal de basuras de 30 libras, paga US $
17,10 mensualmente o US $ 205,20 al año.
US $ 154,80 menos que el cargo fijo de US $ 360 de hace dos años.
Los límites de pesos se imponen
informalmente; la
Waste Management dice que sus trabajadores pueden calcular
cuando un paquete supera con mucho las 30 libras y dejar de
recogerlo. Algunas personas calculan el
peso de su basura y ellas mismas, en la balanza del baño, se aseguran de que no
exceda el límite.
La dedicación de la familia
Frysinger para reciclar ha supuesto un ahorro de US $ 223 al año, asegura el
señor Frysinger.
Él afirma que “básicamente es
posible que una familia grande recicle el 80% de su basura”.
La familia no utiliza toallas de
papel en la cocina, sólo esponjas y trozos de tela, y no compran nada que sea
“excesivamente empacado”, como frutas frescas embolsadas o ferretería en cajas
recubiertas con plástico o ventanas de celofán.
Desde que en Chester se comenzó a
facturar por contenedor, el municipio ha incrementado la cantidad de basura que
recicla de 540 toneladas en 1989
a 1.158 toneladas en 1991, afirma Sara Noll, la
coordinadora de reciclaje del municipio.
Los detalles del sistema por
contenedor varían de municipio a municipio.
En Chester se utilizan adhesivos circulares que los residentes compran
en tiras de diez por valor de US $ 19, o por unidad a US $ 1,90. Cada uno se adhiere a la parte superior de la
bolsa en el contenedor de 30
libras que se recoge a diario.
Otras comunidades, especialmente en
el condado Columbia, Nueva York, utilizan bolsas especiales en lugar de
adhesivos puesto que estos algunas veces son despegados o robados y reutilizados
por los ladrones.
Quizá el mayor, el más antiguo y el
más estudiado sistema de facturación por contenedor en el país es el de Seattle
que comenzó en 1991. Desde entonces
Seattle ha incrementado la proporción de la basura que recoge del 5 al 42%.
La principal crítica que se le hace
a este tipo de facturación por bolsa o caneca es que este sistema estimula los
basureros ilegales. Pealy afirmó que
unos cuantos propietarios de Seattle probablemente han dejado la basura a cargo
de los contenedores que prestan servicio a los edificios de apartamento. Algunas compañías que utilizan privadamente
contenedores propios han comenzado a asegurarse, agregó él. Pealy comenta que las acciones más flagrantes
e ilegales tienen que ver con los desechos de construcción.
CASO 1.2: IMPOSICIÓN DE IMPUESTOS PARA
DESESTIMULAR LA
CONTAMINACIÓN
Keith Schneider
Nueva
Orleans, 24 de febrero. Después de
analizar intensamente las pérdidas financieras y ecológicas que han resultado
del desarrollo industrial, Louisiana ha promulgado una nueva reglamentación de
gravámenes que vincula la cantidad de impuestos sobre la propiedad de negocios
que una compañía paga por su ubicación en la escala de comportamiento
ambiental.
La nueva política, establecida en
diciembre, se impuso después de que funcionarios determinaran que algunas
corporaciones se estaban beneficiando de las exenciones a impuestos al mismo
tiempo que eran sancionadas por cientos de dólares por contaminación, en un
Estado que presenta uno de los peores índices de contaminación química del
país.
El gobernador Buddy Roemer y dos
entidades estatales emprendieron la acción de reducir la contaminación mientras
intentaban recaudar millones de dólares en impuestos sobre la propiedad industrial,
de los cuales los mismos contaminadores habían sido exentos.
La nueva política, que ya había sido
objetada en el tribunal estatal, se considera el paso más innovador que haya
adoptado cualquier Estado con el fin de relacionar específicamente su política
de impuestos con el objetivo doble de reducir la contaminación y obtener un
mejor cumplimiento de la ley ambiental.
Patrón de exenciones
Durante 65 años, un aspecto
importante de la política de Louisiana para atraer la industria consistió en
exonerar durante diez años de los impuestos sobre la propiedad de negocios
locales todo lo relacionado con nuevos equipos y otros gastos de capital. Las exenciones se renovaban hacia la mitad
del período de diez años.
Bajo la nueva política, cada
compañía solicitaba una exención o buscaba la renovación en su clasificación de
la escala según la cantidad de violaciones ambientales que cometía, la cantidad
de químicos que liberaba al ambiente, y otros factores. Cuando menor fuera el registro de la
compañía, menor sería el puntaje y menor su exención de impuestos.
“Nosotros no pretendimos ser el
primer Estado en llevar a cabo esto”, afirmó Vicki Arroyo, directora de
políticas y planeación estatal en el Departamento of Environmental
Quality. “No obstante, cuando observamos
los demás Estados para estudiar la manera en que se vinculaba el registro
ambiental de la compañía con los incentivos económicos, no pudimos encontrar
ningún otro programa”.
La señora Arroyo agregó: “Por una
parte, descubrimos que teníamos compañías con serios problemas ambientales que
deberían pagar cientos de miles de dólares en multas, y por otra, que estas
mismas estaban obteniendo millones de dólares en exenciones por concepto de
impuestos. Ese no es el mensaje que
queríamos enviar a la industria”.
Entre
los últimos años los Estados han buscado la manera de utilizar la política de
impuestos para lograr metas ambientales, Minnesota exime algunos terrenos de
impuestos sobre la propiedad para preservar áreas cenagosas, y Nueva York y
Nueva Hampshire reducen los impuestos sobre la propiedad de tierras con
humedales que son protegidas del desarrollo.
North Carolina cobra un impuesto a las placas personalizadas de
circulación de vehículos para pagar por la adquisición de terrenos no
cultivados, y Maryland tiene un programa similar para financiar la
investigación ambiental en la
Bahía de Chesapeake.
Missouri asigna una parte de sus
impuestos a las ventas para los programas ambientales. El Estado de Washington aplica parte de sus
impuestos sobre las ventas de cigarrillos para restringir la contaminación en
Puget Sound. Y muchos Estados exoneran
de impuestos sobre la propiedad a la industria de equipos para el control de la
contaminación.
CASO 1.3: OBTENER PROVECHO DE LA DESCONTAMINACIÓN EN
LA COMUNIDAD EUROPEA:
La prioridad ecológica europea puede
beneficiar a las compañías de EEUU.
Patrick Osler
Bruselas: A comienzos de este año,
una gran compañía de químicos localizada en el norte de Europa se puso en
contacto con Pall Corp. de East Hills, de Nueva York, un importante fabricante
de filtros para emanaciones.
La compañía química, que solicitó no
ser identificada, está descargando metales pesados en la atmósfera en su
proceso de manufactura de plásticos.
Puesto que la
Comunidad Europea, constituida por doce naciones, está a
punto de aprobar una nueva ley sobre los desechos peligrosos para regular tales
metales, desea que Pall suministre un tipo de filtro que permita que las
emanaciones químicas de la compañía cumplan con las regulaciones.
“Nuestros filtros cuestan más, pero
hemos estado haciendo esto durante bastante tiempo, y tenemos una pequeña
ventaja en cuanto al know-how en
diseño”, afirma Adrian Fox, vicepresidente senior de marketing encargado de las
operaciones europeas de Pall, quien explica por qué la firma europea se inclinó
por una compañía estadounidense para acatar las leyes europeas.
Unos cuantos países europeos han
tenido estrictos controles ambientales durante años; sin embargo, ahora
experimentadas firmas ambientales de EEUU reciben solicitudes similares de
compañías europeas que enfrentan un alud de leyes ambientales recientemente
promulgadas y una creciente lista de leyes que esperan su aprobación.
Después de veinte años de agitación,
la CE,
repentinamente, está aprobando su legislación ambiental con frenesí, y las
compañías norteamericanas, las cuales han respondido durante dos décadas a
leyes similares de EEUU, se encuentran bien posicionadas para sacar ventaja de
la oportunidad.
Está en juego un mercado de
servicios ambientales, el cual se espera que se triplique hasta llegar a US $
171,000 millones sólo en Europa Occidental, en el año 2000. La enorme calamidad ambiental dejada por los
regímenes comunistas del Este se sumará básicamente a este mercado.
Arvin Industries Inc. de Columbus,
Ind., importante fabricante de convertidores catalíticos, ya se está tomando
una parte importante del mercado de productos y servicios ambientales.
Las nuevas reglas que se pondrán en
práctica en toda la
Comunidad Europea forzarán a los fabricantes de automóviles,
a comienzos de año entrante, a que instalen convertidores catalíticos en todos
los nuevos automóviles para cumplir con unas restricciones de emisiones
semejantes a las que ya existen en EEUU.
Los convertidores fueron exigidos en EEUU en 1975.
Esto significa que se necesitarán
casi 10 millones de convertidores. Los
analistas estiman que Arvin tendrá ventas por un valor de US $ 400
millones. Esta empresa, o la Tenneco Inc., otro
fabricante estadounidense de convertidores catalíticos, surgirán como líderes
en reñida competencia en el mercado europeo.
Las nuevas leyes ambientales de toda
Europa son, en parte, una respuesta a la creciente importancia de los “asuntos
verdes” en la política europea, los cuales representan una respuesta a las
condiciones ambientales, que han sido tan desfavorables que la CE ya no puede esperar más para
enfrentarlos.
Tales leyes se están aprobando más
ágilmente gracias a una reciente decisión del Tribunal de Justicia de la CE que ahora permite un proceso
de aprobación más sencillo.
“La legislación ambiental de EEUU
supera a la legislación de la CE
en cerca de 5 a
10 años, especialmente en el área de la ejecución de leyes”, dice David Owen,
jefe de investigaciones de Ecofin, una firma de servicios financieros
ambientales con sede en Londres. “Aquí
hay bastante discurso piadoso, y muchas leyes son simplemente mentiras”.
“Las firmas norteamericanas se han
beneficiado al exponerse a un régimen más fuerte de cumplimiento de leyes”,
asegura Owen. “Ellos comprenden la
responsabilidad. Europa aún es ingenua
frente a esto”.
El hecho de ayudar a las firmas
europeas a cumplir con la legislación sobre desechos puede suministrar grandes
beneficios a las compañías norteamericanas, sobre todo en lo relacionado con
las leyes que posiblemente generen responsabilidades en transporte a través de
fronteras, la incineración y la eliminación de desechos peligrosos.
LECTURAS RECOMENDADAS
Council on Environmental quality: United States of America National Report
(to the U.N. Conference on Environment and Development), Washington, D.C.,
1992.
El-Hinnawi, Essam, and Manzur H. Hashmi: The state of the environment,
United Nations Environment Program, London, Butterworth, 1987.
Magat, Wesley A. (ed.): Reform of Environmental Regulation,
Cambridge, Mass, Ballinger Publishing Company, 1982.
Miller, Alan S.: Gaia Connections: An introduction to
Ecology, Ecoethics, and Economics, Lanham, Md., Rowman and Allenheld,
1991.
Repetto, Robert C.: World Enough and Time: Successful strategies
for resource management, New Haven, Conn., Yale University Press, 1986.
Vig, Norman J., and Michael E. Kraft: Environment policy in the 1990’s,
Washington, D.C., Congressional Quarterly Press, 1990.
Yandle, Bruce: The political limits of environmental regulations:
Tracking the unicorn, New York, Quorum Books, 1989.
EMISIONES, CALIDAD AMBIENTAL Y
DAÑOS
El texto ahora se concentrará en lo
que sucede al final de aquellas dos flechas de descarga representadas en la
gráfica derecha de la figura 2.1. En forma
muy simple, las emisiones producen cambios en los niveles de la calidad
ambiental, la cual a su vez genera daños a los seres humanos y no humanos. La
Figura 2.2 muestra una forma de esbozar esta relación. En ésta se señalan dos fuentes de emisiones;
éstas podrían ser firmas privadas, entidades gubernamentales o
consumidores. Las fuentes reciben
diversos insumos y bienes, y utilizan diferentes tipos de tecnologías en la
producción y el consumo. En el proceso
estas fuentes generan residuos. La manera
como se manejan estos residuos tiene entonces un efecto crítico en las etapas
posteriores. Algunos residuos pueden
recuperarse y reciclarse nuevamente para la producción o el consumo. Muchos otros pueden recuperarse mediante
procesos de tratamiento (manipulación de residuos) que los pueden hacer más
benignos cuando se expulsen. Algunos de
estos procesos son estrictamente físicos (silenciadores en los automóviles y
camiones, estanques de sedimentación en plantas de tratamientos de aguas
negras, convertidores catalíticos), otros involucran transformaciones químicas
de diversos tipos (tratamiento avanzado de aguas para el consumo doméstico).
Todas las emisiones necesariamente
deben ir a uno o más de los diferentes medios naturales, y existe una relación importante
entre ellos. Hay una tendencia natural
en las discusiones de política por mantener estos medios en compartimientos
separados, abordando la contaminación del aire en forma separada de la
contaminación de aguas, y así sucesivamente.
Sin embargo, estas emisiones se encuentran obviamente interconectadas;
una vez que se generan los residuos, todos los que no se reciclan deben
terminar por descargarse en uno o más de los diferentes medios naturales. Así, para determinada cantidad de residuos
totales, si se reducen las cantidades que van a un medio, necesariamente deben incrementarse las cantidades dirigidas a los
demás medios. Cuando se elimina el
dióxido de sulfuro (S02) de los gases en combustión producidos por
las plantas generadoras de energía, por ejemplo, los compuestos de sulfuro no
se destruyen; por el contrario, éstos terminan convertidos en sedimentos de
sulfuro que deben eliminarse de alguna otra forma, quizá colocados en depósitos
subterráneos. Si este material se
incinera, en realidad se expulsa parte de sulfuro al aire, pero aún quedan
ciertas cantidades de residuos sólidos que deben eliminarse en algún sitio.
Las corrientes de emisiones
provienen de las dos fuentes diferentes, pero una vez emitidas, éstas se
fusionan en un solo flujo. En el mundo
real esta mezcla puede ser compleja; por ejemplo, los efluentes provenientes de
dos procesadoras de pulpa, que se localizan en el mismo punto de un río, pueden
mezclarse completamente de tal modo que unos cuantos kilómetros más abajo sea
imposible diferenciar los efluentes de una fuente y los de otra. Cuando hay millares de automóviles
movilizándose en un área urbana, las emisiones que producen todos se convierten
en una sola mezcla uniforme. En otros
casos, la combinación es casi completa. Si una planta de energía se encuentra
justamente en las afueras de la
ciudad y otra está a 20
millas contraria al viento, la planta más cercana normalmente será la que asuma la mayor
responsabilidad por el daño que ejerce en la calidad del aire para la ciudad.
Esta mezcla de emisiones es el
problema más significativo que puede manifestarse inicialmente. Con sólo una fuente individual, la línea de responsabilidad es clara, y si se quiere
obtener un mejoramiento en la
calidad del ambiente se sabe exactamente cuáles emisiones deben
controlarse. Sin embargo, con múltiples
fuentes, las responsabilidades son menos nítidas. Se sabe hasta qué punto se desea disminuir
las emisiones totales, pero no se sabe cómo distribuir esta reducción total
entre las diferentes fuentes. Cada
fuente, entonces, tiene un incentivo para hacer que las demás asuman una mayor
participación en la responsabilidad por reducir las emisiones. Con cada fuente bajo esta misma racionalidad,
los programas para el control de la contaminación enfrentan un verdadero
problema de diseño y ejecución de leyes.
Se encontrará este problema muchas veces en los capítulos siguientes.
Una vez que se introduce determinada
cantidad y calidad de residuos en un medio natural particular, corresponde a
los procesos físicos, químicos, biológicos, metereológicos, etc., del sistema
natural determinar cómo se traducen los residuos en niveles particulares de
calidad del ambiente. Por ejemplo, de
las condiciones del viento y la temperatura dependerá la difusión de los
residuos que se arrojan en el aire, y que afectan a los vecindarios cercanos o
a las personas que viven un poco más lejos con el viento a su favor. Y puesto que estas condiciones meteorológicas
varían a diario, el mismo nivel de emisiones puede producir diversos niveles de
calidad en el ambiente en tiempos distintos.
La lluvia ácida se produce mediante procesos químicos que actúan
fundamentalmente en las emisiones de dióxido de sulfuro expulsadas corriente
arriba del viento; en sentido contrario al viento el humo también es el
resultado de complejas reacciones químicas que involucran la luz solar y muchos
contaminantes diversos. Los procesos
hidrológicos subterráneos afectan el transporte de materiales desechados en
terrenos destinados para el relleno de basuras, y así sucesivamente. En consecuencia, para saber cómo afectarán
las emisiones particulares los niveles de calidad del ambiente, se debe contar
con un buen conocimiento de los funcionamientos físicos y químicos del mismo
sistema natural. En esta parte es donde
confluyen las ciencias naturales y la física, para estudiar el rango completo
de fenómenos ambientales, que van desde pequeños modelos puntuales de flujo de
aguas subterráneas en un pozo particular, hasta los modelos climáticos globales
pasando por los modelos complejos de grandes lagos y cuencas hidrográficas y
por los estudios de patrones de vientos interregionales. El objetivo fundamental es determinar cómo
los patrones particulares de emisiones se convierten en modelos que corresponden
a los niveles de calidad del ambiente.
Finalmente, están los daños. Determinado conjunto de condiciones en el
ambiente se manifiesta en un patrón particular de exposición para los sistemas
vivos y no vivos. Por supuesto, estas
exposiciones son una función no sólo de los procesos físicos involucrados, sino
también de las elecciones humanas que se hacen sobre cómo y dónde vivir, y de
las susceptibilidades de los sistemas vivos y los inertes para las cambiantes
condiciones ambientales. En conclusión,
los daños se relacionan con los valores humanos. Los seres humanos no tienen preferencias
amorfas sobre todos los posibles resultados de la interacción
economía/ambiente; ellos prefieren algunos resultados sobre otros. Una parte importante de la economía ambiental
consiste en tratar de determinar los valores relativos que las personas ponen
en los diferentes resultados ambientales, tema que se volverá a abordar en
capítulos posteriores cuando se hable del análisis costo-beneficio.
TIPOS DE CONTAMINANTES
Físicamente, los residuos
identificados en la figura 2.2 constituyen una amplia clasificación de los
materiales y energía que fluyen en los tres medios naturales. Es necesario distinguir entre los amplios
tipos de emisiones de acuerdo con los factores que afectan en forma crítica sus
estatus económicos.
Contaminantes acumulativos versus
contaminantes no acumulativos
Una pregunta sencilla e importante
sobre los contaminantes ambientales pretende saber si éstos se acumulan con el
paso del tiempo o tienden a disiparse poco después de ser expulsados. El ejemplo clásico de un contaminante no
acumulativo es el ruido; mientras la fuente opera, el ruido se manifiesta en
aire circundante, pero tan pronto deja de funcionar la fuente, cesa el
ruido. En el otro costado del espectro
están los contaminantes que se acumulan en el ambiente, prácticamente en las
mismas cantidades que son emitidos. Por
ejemplo, los desechos radioactivos se descomponen con el paso del tiempo a un
ritmo tan lento con relación a los períodos de vida humana que, a pesar de
todos los intentos y propósitos, estarán con nosotros en forma permanente; este
es un tipo de contaminante estrictamente acumulativo. Otros contaminantes acumulativos son los
materiales plásticos. Durante décadas se
ha emprendido la búsqueda de un plástico degradable, pero hasta ahora el
plástico es una sustancia que se descompone muy lentamente de acuerdo con los
estándares humanos; así, los desechos existentes estarán en el ambiente
permanentemente. Muchos químicos son contaminantes
acumulativos: una vez que se expulsan, básicamente quedan entre nosotros para
siempre.
Entre estos dos extremos del
espectro existen muchos tipos de efluentes que son acumulativos hasta cierto
punto, pero no completamente. EI ejemplo
clásico es la materia orgánica arrojada en las masas de agua; por ejemplo los desperdicios, tratados o no, que
arrojan las plantas municipales de tratamiento de basuras. Una vez dispersados, los desechos quedan
sujetos a los procesos químicos naturales que tienden a descomponer los
materiales orgánicos en sus elementos constitutivos, haciéndolos así mucho más
benignos. El agua, en otras palabras,
tiene una capacidad de asimilación natural que le permite aceptar sustancias
orgánicas y hacerlas menos perjudiciales. Mientras esta capacidad de asimilación no
exceda en ningún momento, se puede interrumpir la fuente del efluente, y en
unos cuantos días, semanas o meses, la calidad del agua volverá a su estado
normal. Por supuesto, el hecho de que la
naturaleza tenga una capacidad de asimilación no significa de manera automática
que se tenga un contaminante estrictamente no acumulativo. Una vez que las emisiones exceden la
capacidad de asimilación, se inicia un proceso acumulativo. Por ejemplo, la atmósfera de la Tierra tiene una capacidad
determinada para absorber el CO2
expulsado por la actividad humana, mientras que no se exceda su capacidad. El CO2 es un contaminante no
acumulativo. Pero si el CO2
excede la capacidad de asimilación de la Tierra, como parece ocurrir en este momento, se
inicia una situación en la cual las emisiones empiezan poco a poco a
acumularse.
Sea o no acumulativo un
contaminante, esencialmente se tiene el mismo problema básico: tratar de
corregir los deterioros ambientales y relacionar éstos con los costos para
reducir las emisiones. Sin embargo, esta
tarea es mucho más difícil para contrarrestar los contaminantes acumulativos
que para los contaminantes no acumulativos.
Considérense las gráficas de la figura 2.3. En el lado (a) se representa un contaminante
no acumulativo, mientras que en el lado (b) se esboza uno que es
acumulativo. En el lado (a) la gráfica
comienza en el origen; esto implica que las concentraciones actuales en el
ambiente son proporcionales a las emisiones actuales. Las concentraciones en el ambiente están
estrictamente en función de las emisiones actuales, es decir, reducir éstas a
cero conduciría a concentraciones cero en el ambiente. No obstante, la relación es más compleja con
los contaminantes acumulativos. Las
emisiones de la actualidad, puesto que se acumulan y se suman a la
concentración de contaminantes ya existentes, ocasionarán daños no sólo hoy
sino también en el futuro, quizá incluso en un futuro distante. Esto también significa que la cantidad actual
de un contaminante acumulativo en el
ambiente puede estar sólo débilmente relacionada con las emisiones
actuales. La gráfica en el lado (b)
comienza en un punto alto del eje vertical a partir del origen y después tiene
una pendiente menos inclinada que la otra.
De este modo, una reducción en las emisiones actuales tiene sólo un
efecto modesto en las concentraciones actuales en el ambiente. Incluso si las emisiones de la actualidad se
redujeran a cero, la calidad del ambiente se dañaría debido al efecto acumulativo
de las emisiones anteriores. El hecho de
que un contaminante se acumule con el paso del tiempo en el ambiente tiene el
efecto de romper la conexión directa entre las emisiones actuales y los daños
actuales. Esto tiene varias
implicaciones. Por una parte, hace más
arduo el trabajo científico. Las
relaciones causa-efecto son más difíciles de aislar cuando el tiempo interviene
entre éstas. Esta circunstancia también
puede hacer más difícil que las personas se concentren en los daños producidos por
las emisiones de hoy, puesto que de nuevo puede haber sólo una débil conexión
entre las emisiones de la actualidad y los niveles de calidad en el ambiente de
hoy. Aún más, por definición los
contaminantes acumulativos conducen a daños futuros, y los seres humanos han
demostrado una desalentadora prontitud para no prestar la importancia que se
merecen los acontecimientos futuros y evitar enfrentarlos en el presente.
Contaminantes locales versus
contaminantes regionales y globales
Algunas
emisiones sólo tienen impacto en regiones restringidas y localizadas, mientras
que otras afectan a regiones más amplias, quizá al ambiente global. La contaminación de ruido y la de degradación
del ambiente visual son locales en sus impactos; los daños provenientes de
cualquier fuente particular, por lo regular, se limitan a grupos de personas
relativamente pequeños en una región determinada. Obsérvese que ésta es una afirmación sobre
que tan amplios son los efectos provenientes de cualquier fuente particular de
contaminación, no acerca de la importancia del problema general en un país o en el mundo. Algunos contaminantes, por otra parte, tienen
amplios impactos, en una gran región
o quizá en el ambiente global. La lluvia
ácida es un problema regional; las emisiones en una región de EEUU (y de
Europa) afectan a personas en otras partes del país o de la región. Los efectos
por el agotamiento del ozono debido a las emisiones de clorofluorocarbonos en
varios países generan cambios químicos perdurables en la estratosfera de la Tierra, lo que significa
que los impactos son en verdad de
orden mundial.
En
condiciones constantes, los problemas ambientales a nivel local deben ser más
fáciles de manejar que los
regionales o nacionales, y a su vez
más sencillos de manejar que los problemas mundiales. Si los habitantes de un barrio se ven
afectados por el humo que produce la chimenea
de un vecino, es posible que encuentren la solución entre sí, o que puedan
llamar a las instituciones políticas locales para llegar a un acuerdo. No obstante si
el comportamiento de alguien ocasiona contaminación en un punto distante, las
soluciones pueden ser más difíciles. Si
las personas se encuentran dentro del mismo sistema político, se puede
solicitar que las instituciones respectivas encuentren soluciones.
Durante
los últimos años, sin embargo, se ha encontrado una creciente cantidad de
asuntos ambientales a nivel internacional y mundial. Hasta el momento se está muy lejos de contar con medios efectivos para responder, debido a
la naturaleza exacta de los impactos físicos, que es difícil describir, como a
las instituciones políticas internacionales necesarias que sólo están comenzando a aparecer.
Contaminantes
provenientes de fuentes puntuales versus contaminantes de fuentes
no puntuales
Las
fuentes de contaminación difieren en términos de la facilidad con que pueden identificarse
los puntos reales de descarga. Es fácil
identificar los puntos por los cuales una gran planta de energía descarga las
emisiones de dióxido de sulfuro; éstas salen por las chimeneas asociadas a cada
planta. Las plantas municipales de alcantarillado normalmente tienen una sola
salida por la cual expulsan todas las aguas negras. Estos se denominan contaminantes de fuentes puntuales.
Por otra parte, existen muchos contaminantes para los cuales no existen
puntos de expulsión muy definidos. Los
químicos agrícolas, por ejemplo, usualmente fluyen en la tierra en forma
dispersa o disuelta, y aunque pueden contaminar corrientes específicas o pozos
subterráneos, no hay un solo conducto o tubo de escape por el cual se expulsen
estos químicos. Éste es un tipo de contaminante de fuentes no puntuales. El flujo de aguas lluvias que se genera en el
sector urbano también es un problema importante de fuente no puntual.
Como se
podría esperar, es posible que los contaminantes de fuentes puntuales sean más
fáciles de manejar que los contaminantes de fuentes no puntuales. Probablemente son más sencillos de medir y
monitorear, y más fáciles de estudiar en cuanto se refiere a las conexiones
existentes entre las emisiones y los impactos.
Esto significa que será más factible, por lo general, desarrollar y
administrar políticas de control de contaminantes que hayan sido expulsados por
fuentes puntuales. Como se observará, no
todos los contaminantes se clasifican con claridad en una u otra de estas
categorías.
Emisiones continuas versus emisiones esporádicas
Las
emisiones que producen las plantas de energía eléctrica o alcantarillado son
más o menos continuas. Las plantas se
diseñan para estar en funcionamiento continuamente, aunque el ritmo de
operación puede variar un poco durante un día, una semana o una temporada. Entonces, las emisiones de estas operaciones
son más o menos continuas, y el problema político consiste en manejar el ritmo
de estas descargas. Es posible hacer
comparaciones inmediatas entre los programas de control y las tasas de
emisiones. Sin embargo, el hecho de que
las emisiones sean continuas no significa
que los daños también sean
constantes. Los hechos meteorológicos e
hidrológicos pueden convertir las emisiones continuas en daños variables. No obstante, los programas de control a
menudo son más fáciles de ejecutar cuando las emisiones no están sujetas a
grandes fluctuaciones.
Sin embargo, muchos contaminantes son
emitidos esporádicamente. El ejemplo
clásico es el de los derramamientos accidentales de petróleo o de
químicos. En este caso, el problema político consiste en diseñar y manejar un
sistema que reduzca la probabilidad de descargas accidentales. Sin embargo, cuando se presenta un efluente esporádico no habrá necesidad
de medir ningún factor, al menos a corto plazo.
Por ejemplo, aunque no ha habido descargas radiactivas en escala en las
plantas de energía nuclear de EEUU, podría darse un problema de “contaminación”
si éstas han sido administradas de tal manera que incrementan la probabilidad
de una descarga accidental en el futuro.
Con el fin de medir las probabilidades de emisiones esporádicas es
necesario tener datos sobre los accidentes reales durante un período largo, o
calcularlos a partir de datos de ingeniería e información similar. Y más adelante hay que determinar los seguros
que se desean tener contra estos acontecimientos periódicos.
Daños ambientales
no relacionados con emisiones
Hasta
aquí el análisis se ha concentrado en las características de los diferentes
tipos de contaminantes ambientales
relacionados con la descarga de residuos de materiales o de energía. Sin embargo, existen muchas instancias
importantes en cuanto al daño de la calidad ambiental que no pueden ser
atribuidos a descargas de residuos. La
transformación de tierras en áreas para vivienda y el comercio destruye el
valor ambiental de los terrenos, bien sea su valor como ecosistema, como hábitat o humedad, o su valor como
paisaje. Otras formas de utilización de
la tierra, como la explotación forestal o minera, también pueden tener impactos
sustanciales. En estos casos nuestra
tarea consiste en comprender los incentivos que tienen las personas cuyas
decisiones generan estos impactos, y cambiar estos incentivos cuando sea
conveniente. Aunque no haya emisiones
físicas para monitorear y controlar, existen efectos que pueden evaluarse y
manejarse con políticas apropiadas.
SELECCIONES A CORTO PLAZO
Hasta
el momento, la mayor parte de la discusión se ha concentrado en los vínculos
físicos entre los insumos, los residuos, las emisiones y los niveles de calidad
en el ambiente. Estas relaciones son el interés fundamental de los científicos que trabajan en problemas
ambientales. Ahora es posible desplazar
el análisis hacia la competencia del economista para examinar las
correspondencias inherentes a la relación entre la producción de mercado y la
calidad ambiental. Esto también
suministrará al lector una herramienta para analizar las diferencias entre las
decisiones ambientales a corto plazo y a largo plazo.
La
relación fundamental aparece expuesta en la figura 2.4. Ésta representa diversas curvas de posibilidad de producción (CPP) entre la producción
llevada al mercado y la calidad ambiental.
La CPP es
una forma de representar en forma de diagrama la selección que enfrenta un
grupo de personas entre dos resultados deseables. Considérese por ahora el lado (a) de la
figura 2.4. El eje vertical presenta un
índice de la producción económica agregada en una economía, es decir, el valor
total de mercado de los bienes económicos convencionales comercializados en
determinada economía durante un año. El
eje horizontal presenta un índice de la calidad ambiental, obtenido a partir de
los datos sobre las diversas dimensiones del ambiente circundante, por ejemplo,
concentraciones volátiles de SO2, niveles de ruido urbano y datos
sobre la calidad del agua. La relación
en la curva muestra las diferentes combinaciones de estos dos resultados
(producción de mercado y calidad ambiental), los cuales se encuentran disponibles
para un grupo de personas que tienen una asignación fija de recursos con los
cuales deben trabajar.
La curva de posibilidad de
producción está determinada por las capacidades técnicas de la economía y por
los factores ecológicos (metereología, hidrología, etc.) del sistema natural en
el cual se localiza determinado país.
Ésta dice, por ejemplo, que si el nivel actual de producción económica
es C1 se puede obtener un incremento hasta C2 sólo a costa de la disminución de la
calidad ambiental desde e1 hasta e2. Pero mientras la CPP es una restricción
técnica, la elección de una sociedad para localizarse en su CPP constituye un
asunto de selección social, esto
depende de los valores relativos que le asignen las personas a esa sociedad en
cuanto a la producción económica convencional y la calidad ambiental.
La curva actual de posibilidad de producción representa una relación
competitiva entre la calidad ambiental y la producción de mercado. Más de un factor implica menos del otro. Si el interés en general se concentra en
observar que sucede en un período relativamente largo, la sola CPP puede ser
engañosa. Esto se debe a que, a largo
plazo, la calidad ambiental puede ser menos sustitutiva y más complementaria en
cuanto a las producciones económicas convencionales. A largo plazo, el entorno natural desempeña
el papel de insumo de capital ambiental como insumo para el sistema de
producción; una baja significativa del capital ambiental puede tener serios
efectos negativos en la capacidad del sistema económico para sostenerse por sí
mismo. Una curva de posibilidad de
producción esboza las mediaciones (trade-offs)
que enfrenta la generación de hoy.
Pero ¿qué hay con respecto a las generaciones futuras? Una forma de concebir esto consiste en
considerar los impactos de nuestras decisiones actuales sobre las curvas de
posibilidad de producción de las generaciones futuras. Considérese el lado
(b) de la figura 2.4. Éste señala la
curva de posibilidades de producción para las personas de dentro de, digamos 60 a 80 años, la generación
constituida por nuestros bisnietos. De
acuerdo con la CPP
actual, se podrían escoger las combinaciones (c1, e1), o (c2, e2),
o cualesquiera otras en la curva. Pero
el futuro no es independiente de la selección que se haga ahora. Por ejemplo, es concebible que la degradación
exagerada del ambiente en este momento afectará posibilidades futuras; por
ejemplo, al agotar recursos importantes o al contaminar intensamente de tal
manera que se ocasionen deterioros
irreversibles, o simplemente al descargar un contaminante que tenga larga permanencia y afecte generaciones futuras. En efecto, esto podría desplazar la futura
CPP llevándola a donde estaría en otras circunstancia. Esto se representa en el lado (b) del diagrama.
Nuestros bisnietos se enfrentarán con un conjunto reducido de posibilidades si se las compara con las
opciones que tenemos en la actualidad.
La generación futura, la que se halla en la parte interna de la curva de posibilidades de producción, aun
puede tener el mismo nivel de producción de mercado que el que se
posee en la actualidad (c2),
pero sólo a un nivel inferior de calidad ambiental (e3) comparado con el actual. De manera alternativa, podrá disfrutar del
mismo nivel de calidad ambiental,
pero sólo con un nivel reducido de producción de mercado (c3).
Por
supuesto, hay que reconocer que la influencia de las decisiones actuales sobre
las futuras posibilidades de producción es mucho más compleja que lo que podría
sugerir este análisis. No es sólo la degradación ambiental la
que afecta a las condiciones futuras, sino también los desarrollos técnicos
y los cambios que se registran en las habilidades humanas. De este modo, las decisiones actuales podrían
desplazar la futura CPP hacia adentro o hacia afuera, dependiendo de muchos y
grandes factores dinámicos que son difíciles de predecir. Sin embargo, es necesario estar muy atentos
para evitar las decisiones actuales que pudieran conllevar el efecto de
desplazar las futuras CPP hacia la izquierda.
Esta es la esencia de muchos
análisis recientes sobre la sostenibilidad. “Sostenibilidad” significa que las curvas
futuras de posibilidad de producción no son afectadas en forma negativa por lo
que se hace en la actualidad. Esto no
significa que se tenga que maximizar la calidad ambiental de hoy, puesto que
esto implica producción cero de bienes y servicios. Quiere decir simplemente que han de reducirse
los impactos ambientales en la actualidad lo suficiente como para evitar el
desplazamiento negativo de las curvas futuras de posibilidades de producción en
comparación con las posibilidades de producción actuales. El concepto de sostenibilidad se abordará en
diversos apartados de este libro.
PREGUNTAS Y TEMAS DE ANÁLISIS
1.
Una cantidad determinada de un residuo, descargado en
determinado tiempo y lugar, puede no constituir un contaminante. ¿Por qué es cierto esto?
2.
¿Por qué los contaminantes acumulativos de larga
permanencia son mucho más difíciles de manejar que aquellos contaminantes no
acumulativos de corta duración?
3.
Considere la contaminación visual que se produce
cuando se construye una fábrica antiestética en un área con un panorama
agradable; ¿estamos ante un contaminante acumulativo o no acumulativo? ¿Cómo se consideraría un terreno abrupto que
se dedica a la explotación minera? ¿Y qué tal la basura urbana?
LECTURAS
RECOMENDADAS
Ayres, Robert
U,: Resources,
Environment and Economics, Applications of the Materials/Energy Balance
Principle, John Wiley and Sons, New York, 1978.
Baumol,
William, and Wallace Oates: Economics, Environmental Policy and the
Quality of Life, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N.J., 1979.
Council on
Environment Quality: Environmental Quality, Washington, D:C:, published
annually.
Enthoven, Alain
C., and A. Myrick Freeman III (eds.): Pollution, Resources and the
Environment, Norton, New York, 1973.
Kneese, Allen
V.: Economics of the Environment, Penguin Books, New York, 1977.
Kneese, Allen
V., and Blair T. Bower: Environmental Quality and Residuals management,
Johns Hopkins Press for Resources for the Future, Baltimore, Md., 1979.
En los
extremos se han trazado las CPP mediante líneas discontinuas. No es claro que nivel de producción económica
se obtendría a un nivel “cero” de calidad ambiental, ni lo que ésta sería a un
nivel “cero” de producción económica.
Entonces, estos puntos extremos son esencialmente indefinidos, y la
concentración estará en los puntos ubicados en el interior de los diagramas.
[ fuentes:Internet y New York Times ]