jueves, 23 de mayo de 2013

NO NOS COMPLIQUEMOS LA VIDA: DIOS ES GRANDIOSAMENTE SENCILLO.


 POEMA EL CRISTO DE VELAZQUEZ
  D. Miguel de Unamuno.
 
¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.Que eres, Cristo, el único
hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre muerto que no muere
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dió toda su sangre
por que las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,
porque el sol de la vida la ha mirado
con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa,
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo salvador!

  

  

  

A L B A

  

Blanco estás como el cielo en el naciente
blanco está al alba antes que el sol apunte
del limbo de la tierra de la noche:
que albor de aurora diste a nuestra vida
vuelta alborada de la muerte, porche
del día eterno; blanco cual la nube
que en columna guiaba por el yermo
al pueblo del Señor mientras el día
duraba. Cual la nieve de las cumbres
ermitañas, ceñidas por el cielo,
donde el sol reverbera sin estorbo,
de tu cuerpo, que es cumbre de la vida,
resbalan cristalinas aguas puras
espejo claro de la luz celeste,
para regar cavernas soterrañas
de las tinieblas que el abismo ciñe.
Como la cima altísima, de noche,
cual luna, anuncia el alba a los que viven
perdidos en barrancos y hoces hondas,
¡así tu cuerpo níveo, que es cima
de humanidad y es manantial de Dios,
en nuestra noche anuncia eterno albor!



  

  

O R A C I Ó N   F I N A L

  

Tú que callas, ¡oh Cristo!, para oírnos,
oye de nuestros pechos los sollozos;
acoge nuestras quejas, los gemidos
de este valle de lágrimas. Clamamos
a Ti, Cristo Jesús, desde la sima
de nuestro abismo de miseria humana,
y Tú, de humanidad la blanca cumbre,
danos las aguas de tus nieves. Águila
blanca que abarcas al volar el cielo,
te pedimos tu sangre; a Ti, la viña,
el vino que consuela al embriagarnos;
a Ti, Luna de Dios, la dulce lumbre
que en la noche nos dice que el Sol vive
y nos espera; a Ti, columna fuerte,
sostén en que posar; a Ti, Hostia Santa,
te pedimos el pan de nuestro viaje
por Dios, como limosna; te pedimos
a Ti, Cordero del Señor que lavas
los pecados del mundo, el vellocino
del oro de tu sangre; te pedimos
a Ti, la rosa del zarzal bravío,
la luz que no se gasta, la que enseña
cómo Dios es quien es; a Ti, que el ánfora
del divino licor, que el néctar pongas
de eternidad en nuestros corazones.

  




¡Tráenos el reino de tu Padre, Cristo,
que es el reino de Dios reino del Hombre!
Danos vida, Jesús, que es llamarada
que calienta y alumbra y que al pábulo
en vasija encerrado se sujeta;
vida que es llama, que en el tiempo vive
y en ondas, como el río, se sucede.






Avanzamos, Señor, menesterosos,
las almas en guiñapos harapientos,
cual bálago en las eras remolino
cuando sopla sobre él la ventolera,
apiñados por tromba tempestuosa
de arrecidas negruras; ¡haz que brille
tu blancura, jalbegue de la bóveda
de la infinita casa de tu Padre
-hogar de eternidad-, sobre el sendero
de nuestra marcha y esperanza sólida
sobre nosotros mientras haya Dios!
De pie y con los brazos bien abiertos
y extendida la diestra a no secarse,
haznos cruzar la vida pedregosa
-repecho de Calvario- sostenidos
del deber por los clavos, y muramos
de pie, cual Tú, y abiertos bien de brazos,
y como Tú, subamos a la gloria
de pie, para que Dios de pie nos hable
y con los brazos extendidos. ¡Dame,
Señor, que cuando al fin vaya perdido
a salir de esta noche tenebrosa
en que soñando el corazón se acorcha,
me entre en el claro día que no acaba,
fijos mis ojos de tu blanco cuerpo,
Hijo del Hombre, Humanidad completa,
en la increada luz que nunca muere;
mis ojos fijos en tus ojos, Cristo,
mi mirada anegada en Ti, Señor!






TEXTO RESULTADO DE MI PROPIA PERSONAL EVOLUCIÓN  (Más adelante en gallego)


            Tener la absoluta certeza de que Dios existe, como es fácilmente deducible de la inoperancia de la eternas leyes de la Física en lo referente al Amor y a la Belleza  [1Jn 4,12], lleva a comprender la necesidad que tuvo Dios de hacer llegar a la humanidad testigos, Jesucristo para mi Fe, que proclamen sus éticos y morales eternos valores de convivencia. Jesucristo anunciado, según mi Fe, por el A.T. durante muchos Siglos es, según los Evangelios, hijo de Dios pero como también es evidente esta palabra evangélica "Hijo" tiene que ser en sentido figurado ya que Dios no es de dimensión humana, Dios es Amor y Belleza; diciéndonos que es hijo de Dios, los Evangelios creo que nos quieren decir que Cristo es de Su misma eterna dimensión y se convirtió de manera Divina en hombre para  predicar la Palabra o Voluntad de Dios, o sea, para que, como es propio de su Condición, darnos la Sagrada oportunidad de vivir de manera que podamos alcanzar aquí, la humanidad,  la Verdadera Felicidad. El Espíritu Santo, imaginado normalmente como una paloma, yo creo que representa la movilidad de Dios, su omnipresencia, su infinita atención y luminiosidad que siempre nos acompaña. Los Tres son tres distintas manifestaciones del mismo Dios verdadero; son la Santísima Trinidad.

           Y estas normas de convivencia con las que alcanzar la Divina Felicidad son el Amor y la Belleza tanto en actos como sentimientos. Amor en el más amplio sentido de la palabra: al prójimo, a la bellísima naturaleza, a uno mismo y a su vida, a la Vida, etc. Es imposible enumerar aquí todo lo que se descubre en la lectura reposada y reflexiva de los poéticos Evangelios.

            Yo creo que el eterno Dios es de la misma o parecida dimensión que las eternas Leyes de la Física que de manera ineludible intervienen en el devenir del Universo, cuya voluntad Divina de creación no tuvo ni principio ni tendrá fin; es constantemente Eterna; decía Stephen Howkings recientemente de manera "desenfadada"que antes de Big Bang Dios estaría ocupado creando el infierno; mal sabe el Sr. Hawkings que el Big Bang es tan sólo el comienzo de nuestro conocido y "limitado" infinito Universo, pero con humana seguridad creo que la creación no tuvo principio ni tendrá fin. Esto yo creo que es así y de tal manera que el peor defecto que tiene la humanidad es creerse el centro de la Creación, cuando es una mínima parte de ella. Se dice que, si hacemos un paralelismo entre la  historia de la Tierra  hasta hoy y el calendario anual, la existencia del del hombre ocuparía el último segundo del último minuto del 31 de Diciembre; el inminente científico y gran comunicador Stephen Jan Gould decía que la vida en la Tierra en todo ese "año", desapareció y volvió a parecer cinco veces y que nosotros somos el resultado de esta última. Creernos que somos el centro de la Creación es tan craso error como aquel de que todo el Universo giraba alrededor de la Tierra, o sea, del hombre. Es imprescindible darse cuenta de esto último para comprender nuestra infinita pequeñez, tanto como una brizna de hierba o una pequeña mosca, y que el Amor, la Belleza -tanto de actos como de sentimientos- es la auténtica manera de vivir en comunión con Dios, o sea, según Su Palabra, de manera Divina, para lograr la Verdadera Felicidad. Este, creo yo, es el significado de la Eucaristía: recordarnos que los valores que predicó Jesucristo son con los que debemos de regir nuestra efímera vida; tan efímera como un soplo. Esto es así; cualquiera puede comprender que la única vida, la única terrenal o mundana (Mi Fe me dicta que hay otra vida junto a Dios y en su Divina dimensión),  debe  ser vivida bajo estos parámetros; de otra manera no tiene  en absoluto ningún sentido: acumular riquezas injustamente a costa de los demás o vivir "para los valores del becerro de oro", paralelamente a hombres de todas las edades que no tienen ni siquiera qué comer; matar; hacer daño físico o moral gratuitamente o para beneficiarse uno mismo; no amar ni cuidar la bella naturaleza, etc. En fin, no soy capaz de resumir los excelsamente perfectos Evangelios que ahí están para ser reflexivamente leídos.

 
              
        Pero Jesucristo fué también  hombre con todas las limitaciones que esta palabra lleva estrechamente unidas. En principio uno podría pensar que su única predicación de la Palabra de Dios hubiese sido suficiente para dejar su Divina Huella en la Historia del Hombre; aquí yo creo que su Pasión y Muerte en la Cruz fueron imprescindibles para la formación y crecimiento oroginalmente de su  Iglesia , que luego la historia de mundanal hombre se encargó de dividir. El hecho de su Pasión y Mortal Crucifixión, su ejemplo, a vertido verdaderos caudalosos ríos de tinta y infinitas predicaciones, que han hecho posible que el adoctrinamiento de Cristo llegase a infinidad de rincones y que las almas así apostoladas tendiesen a vivir según la Palabra de Dios. La Pasíon de Cristo fue  inspiradora,  generación tras generación, de la luminosidad de La Palabra.

           Lo que está claro para mi es que, como resultado de LA PALABRA, la Felicidad debe ser completa y de acorde con el uso voluntario de todo los dones con los que la Naturaleza nos ha dotado. La sensualidad, o sea, el absoluto disfrute voluntario -sin perjuicio de nadie, claro- de los bellos sentidos, que históricamente fué drástica y a veces hipócritamente reprimida, es uno de sus pilares fundamentales de citada Divina Felicidad. Esta mal entendida y por tanto reprimida sensualidad -disfrute de los dones naturales- ha separado en muchas ocasiones a la humanidad de Dios. 

              Si bien es cierto que he podido comprobar que  Dios llega  mejor a hombres y mujeres a él consagrados que, en su afán por estar más unidos a ÉL, procuran alcanzar su Divina Dimensión renunciando voluntariamente a las posesiones, por consiguiente a las ambiciones terrenales, y a las sensualidades, llevando una fecunda vida  ya que con su ejemplo nos hacen reflexionar sobre LA PALABRA y, aunque pecadores, ser o intentar ser un poco mejores, acercándonos a los Eternos Valores de Dios que Jesucristo proclamó.

     
                 Si leemos los sabios Evangelios en nuestra intimidad, reflexionando en cada "estrofa" (entiendo que son pura poesía, sobre todo el de San Juan Evangelista), nos daremos cuenta de estas ideas antedichas que son importantísimas para la vida y nunca reñidas con la alegría, la simpatía, la accesibilidad, la jovialidad y el buen humor.



Nota: Yo tengo formación técnica y, como Santo Tomás, necesitaba meter el dedo en la llaga; figuradamente lo hice, lo hizo mi alma ayudada por el Papa Francisco; éste si que sabe hacer que uno descubra la Verdad con sólo una docena de palabras y con unos cuántos gestos. ¡Qué Papa!



 (Si lo desean, vuelvan a leer ahora el Poema de Unamuno)         



En Galego

TEXTO RESULTADO DA MIÑA PROPIA PERSOAL EVOLUCIÓN

Ter a absoluta certeza de que Deus existe, como é doadamente deducible da inoperancia da eternas leis da Física no referente ao Amor e á Beleza [1Jn 4,12], leva a comprender a necesidade que tivo Deus de facer chegar á humanidade testemuñas, Xesucristo para a miña Fe, que proclamen os seus éticos e morais eternos valores de convivencia. Xesucristo anunciado, segundo a miña Fe, polo A.T. durante moitos Séculos é, segundo os Evanxeklios, fillo de Deus pero como tamén é evidente esta palabra evanxélica "Fillo" ten que ser en sentido figurado xa que Deus non é de dimensión humana, Deus é Amor e Beleza; dicíndonos que é fillo de Deus, os Evanxelios creo que nos queren dicir que Cristo é de a Sua mesma eterna dimensión e se converteu de xeito Divino en home para predicar a Palabra ou Vontade de Deus, ou sexa, para que, como é propio da súa Condición, darnos a Sagrada oportunidade de vivir de maneira que poidamos alcanzar aquí, a humanidade, a Verdadeira Felicidade. O Espírito Santo, imaxinado normalmente como unha pomba, eu creo que representa a mobilidade de Deus, a súa omnipresencia, a súa infinita atención e luminiosidad que sempre nos acompaña. Os Tres son tres distintas manifestacións do mesmo Deus verdadeiro; son a Santa Trindade.

E estas normas de convivencia coas que alcanzar a Divina Felicidade son o Amor e a Beleza tanto en actos como sentimentos. Amor no máis amplo sentido da palabra: aos demais, á bela natureza, a un mesmo e á súa vida, á Vida, etc. É imposible enumerar aquí todo o que se descobre na lectura repousada e reflexiva dos poéticos Evanxeos.

Eu creo que o eterno Deus é da mesma ou parecida dimensión que as eternas Leis da Física que de xeito ineludible interveñen no devir do Universo, cunha vontade de de creación que non tivo nin principio nin terá fin; é constantemente Eterna; dicía Stephen Howkings recentemente de xeito "desenfadado"que antes de Big Bang Deus estaría ocupado creando o inferno; mal sabe o Sr. Hawkings que o Big Bang é tan só o comezo do noso coñecido e "limitado" infinito Universo, pero con humana seguridade creo que a creación non tivo principio nin terá fin. Isto eu creo que é así e de tal maneira que o peor defecto que ten a humanidade é crer o centro da Creación, cando é unha mínima parte dela. Dise que, se facemos un paralelismo entre a historia da Terra ata hoxe e o calendario anual, a existencia do do home ocuparía o último segundo do último minuto do 31 de Decembro; o inminente científico e gran comunicador Stephen Jan Gould dicía que a vida na Terra en todo ese "ano", desapareceu e volveu parecer cinco veces e que nós somos o resultado desta última. Crernos que somos o centro da Creación é tan craso erro como aquel de que todo o Universo xiraba arredor da Terra, ou sexa, do home. É imprescindible decatarse para comprender a nosa infinita pequenez, tanto como un anaco de herba ou unha pequena insecto, disto último e que o Amor, a Beleza -tanto de actos coma de sentimentos- é o auténtico xeito de vivir en comuñón con Deus, ou sexa, segundo Su Palabra, de xeito Divino, para lograr a Verdadeira Felicidade. Este, creo eu, é o significado da Eucaristía: recordarnos que os valores que predicou Xesucristo son cos que debemos de rexer a nosa efémera vida; tan efémera como un sopro. Isto é así; calquera pode comprender que a única vida, a única terreal ou mundana (A miña Fe me dita que hai outra vida xunto a Deus e no seu Divina dimensión), debe ser vivida baixo estes parámetros; doutro xeito non ten en absoluto ningún sentido: acumular riquezas inxustamente a custa dos demais ou vivir "para os valores do becerro de ouro" -paralelamente a homes de todas as idades que non teñen nin sequera que comer; matar; facer dano físico ou moral gratuitamente ou para beneficiarse un mesmo; non amar nin coidar a bela natureza, etc. En fin, non son capaz de resumir os perfectos Evanxeos que aí están para ser lidos reflexivamente.

 Pero Xesucristo fué tamén home con todas as limitacións que esta palabra leva estreitamente unidas. En principio un podería pensar que a súa única predicación da Palabra de Deus tivese sido suficiente para deixar a súa Divina Pegada na Historia do Home; aquí eu creo que a súa Paixón e Morte na Cruz foron imprescindibles para a formación e crecemento oroginalmente da súa Igrexa, que logo a historia de mundanal home se encargou de dividir. O feito da súa Paixón e Mortal Crucifixión, o seu exemplo, a vertedura verdadeiros caudalosos ríos de tinta e infinitas predicacións, que fixeron posible que o adoutrinamento de Cristo chegase a infinidade de cantos e que as almas así apostoladas tendesen a vivir segundo a Palabra de Deus. A Pasíon de Cristo foi inspiradora, xeración tras xeración, da luminosidade de La Palabra.

O que está claro para o meu é que, como resultado da PALABRA, a Felicidade debe ser completa e de acorde co uso voluntario de todo os dons cos que a Natureza nos dotou. A sensualidade, ou sexa, o absoluto goce voluntario -sen prexuízo de ninguén, claro- dos belos sentidos, que historicamente fué drástica e ás veces hipocritamente reprimida, é un dos seus piares fundamentais de citada Divina Felicidade. Esta mal entendida e polo tanto reprimida sensualidade -desfrute dos dons naturais- separou en moitas ocasións a humanidade de Deus.
  


 Se ben é certo que puiden comprobar que a Deus chega mellor a homes e mulleres a el consagrados que, no seu afán por estar máis unidos a EL, procuran alcanzar a súa Divina Dimensión renunciando voluntariamente ás posesións, por conseguinte ás ambicións terreais, e ás sensualidades, levando unha fecunda vida xa que co seu exemplo nos fan reflexionar sobre A PALABRA e, aínda que pecadores, ser ou intentar ser un pouco mellores, achegándonos aos Eternos Valores de Deus que Xesucristo proclamou.

Se lemos os sabios Evanxeos na nosa intimidade, reflexionando en cada "estrofa" (entendo que son pura poesía, sobre todo o de San Juan Evangelista), decatarémonos destas ideas anteditas que son importantes para a vida e nunca disputadas coa alegría, a simpatía, a accesibilidade, a xovialidade e o bo humor.

Nota: Eu teño formación técnica e, como Santo Tomás, necesitaba meter o dedo na chaga; figuradamente fíxeno, fíxoo a miña alma axudada polo Papa Francisco; este se que sabe facer que un descubra a Verdade con só unha ducia de palabras e cuns cantos xestos. Qué Papa!

(Se o desexan, volva ler agora o Poema de Unamuno)
 









   

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